La constelación cuántica: Algo tomó posesión de mí, el contacto con la parte oscura, viaje de ida casi sin billete de vuelta.

-¿Qué vienes a trabajar?
– A mi abuela materna.
– ¿Necesitas darme más información?

Me quedé pensativa y finalmente asentí desplegando algunas de las razones que me habían conducido hasta allí.
-Tengo introyectado el mensaje de que soy ella y ella se comportaba de manera agresiva, caprichosa, dominante. Además soy hipervigilante, me cuesta horrores dormir duermo apenas unas 5 horas. Me da miedo casi todo y, ante el miedo, reacciono con violencia. También puedo ser extremadamente impulsiva y todas mis relaciones con hombres han sido un desastre porque no he sabido elegir. Necesito dominar, pero a la vez que me dominen. Todo es fuerza, batalla, guerra.

-¿Cómo fue el parto de tu madre? ¿Difícil o sencillo?

– Ni idea, aunque supongo que complicado. Terminaron sacándome con fórceps y fracturándome la clavícula derecha porque el canal era demasiado estrecho.

-Y ¿Te pusieron en los brazos de tu madre nada más nacer o bien te mantuvieron separada?
-Ni idea, no me acuerdo.

El chico se quedó pensativo y me dijo que íbamos a realizar lo que se llamaba una constelación cuántica.
-Esto es: que se una a quien le resuene algo de lo que pase. Sólo habrá una persona con directrices, las demás haced cuanto sintais.

El constelador se arrimó a V y le susurró el guión al oído y luego se acercó a mí.
-Ahora, cógeme de la mano y poco a poco vamos a ir caminando hacia ella. Ella es tu madre. Dile que la quieres.

Empezaron a brollar las lágrimas de mis ojos como si no hubiera un mañana. No podía respirar, ni moverme. Él me asía la mano, pero estaba prácticamente inmóvil. Pasito a pasito, fuimos transitando por la línea recta que me separaba de V. La miraba sin verla a ella, veía a mi madre esperando en el extremo opuesto de aquella sala. Al primer «mamá, te quiero», se levantaron dos mujeres y se me unieron. También ellas sentían ese dolor.

Todo se iba desarrollando dentro del amor doloroso cuando, de repente en la silla que había a la izquierda de soslayo percibí a C empezar a retorcerce y a convulsionar. El constelador se fue hacia ella para evitar que cayera al suelo y entonces todo se descontroló.
Desde mi vientre un odio corrosivo empezó a treparme por el esófago y, cuando llegó a la bifurcación con la tráquea, en vez de vomitar salió un alarido.
– Cabrona, te odio, te odio, te odiooooooooooooooooo. Me dejaste sola, SOLA, SOLAAAAAAAA. AAAAAAAAAAAAAH
No sé quien estaba hablando, la ira me había cegado. Sólo podía sentir desprecio, asco, soledad y una fuerza abrasiva que me impulsaba hacia delante. Solo podía gritar como un animal. Al constelador se le estaba desmadrando el gallinero y dejó a C con otra mujer y vino corriendo hacia mí. Se me puso delante tapándome el campo visual y me miró directamente a los ojos.
– Vuelve
Yo no estaba, había algo tomando mi lugar. Yo era yo sin ser yo. Sabía que para volver tenía que encontrar la compasión y el amor dentro de mi corazón, pero allí sólo había odio y resentimiento. Mi boca articuló:
-¿Que, me quieres echar tú también?
Se me dibujó una sonrisa demoníaca y lo miré muy fijamente a los ojos.
-No me voy de aquí. Mírame bien porque aquí mando yo. Yo dicto las reglas. YOOO
El constelador me dijo que no, que yo no era el jefe y que no pensaba apartarse de allí. Posteriormente, me dijo que temió por sus huevos y yo le dije que no estaba dispuesta a usar la violencia, que lo mío es el arte de la palabra y que la incisión es más profunda y dolorosa cuando llega al alma.

Ojalá fuera violencia física, lo mío es frío, calculador, sádico. Nada de golpes burdos, no. Hay que disecar el alma y saber en qué punto duele más e ir a buscar la yugular para desangrar a la víctima. ¡Joder, qué miedo me doy cuando me toma la oscurita! Siento que hay un abismo tenebroso en el que voy entrando muy poco a poco pero no me acabo de dar el permiso para perder los papeles por completo y dejar que las palabras fluyan a sus anchas. Sé que puedo hacer mucho, muchísimo daño porque hay una percepción de las heridas ajenas, eso de que veo los boquetes de las personas, para bien y para mal. Que sea para hacer el bien, mientras el mal pugna por tomar el control de mi cuerpo.

Costó hacerme volver, no había manera de encontrar en mi corazón un resquicio de compasión y amor por aquella que me había traído al mundo. Lo encontré en los ojos de V, ese fue el hilo que me condujo hasta mí. Sabiendo cómo de mal lo pasa una madre cuando siente que sus hijos no la entienden, pude comprender a mi propia madre y quizás a mi abuela y a mi bisabuela y así, sucesivamente, hasta remontar al origen del problema que, mucho me temo, fue una psicopatía no diagnosticada en algún eslabón ya perdido. Tengo mis sospechas, casi certezas diría incluso.

Me avalanché sobre mi madre prestada y lloré como un bebé. Le dije que la quería y que necesitaba oír que ella me elegía a mí.
– Yo te elijo mi niña.
Me sentó en su regazo y me tomó como si fuera un bebé. Me calmé, volví a mí. No sé en qué momento C dejó de convulsionar, pero cuando yo fui yo de nuevo, vi que todas las mujeres del grupo estaban de pie detrás y a mi lado.
Los problemas con mamá son universales. He tenido que ausentarme para procesar toda la avalancha de información que se descargó en mí ese día. Entre tanto, el sol se eclipsó, hubo luna nueva y algo dentro de mí se deshizo en un sangrado más que conocido y tan nuevo a la vez.

9 comentarios en “La constelación cuántica: Algo tomó posesión de mí, el contacto con la parte oscura, viaje de ida casi sin billete de vuelta.

  1. Patricia dice:

    Entiendo a tu Oscura.Oscura es como un lobo poseido herido de dolor y rebosante de ira,se centra en un punto hiriente y hasta que lo reviente porque no se ve ni calmado ni saciado,es una parte de nosotros que forma parte del conjunto,pero que puede destruirlo si toma el mando. A Oscura no le importa destruir mundos en su momento sin cadenas,esa descarga que implicaría destruirlo todo es lo que guía su comportamiento: quiere borrar el pasado y lo que ha sucedido hasta el presente…parece un alivio a priori,pero hay una pérdida de objetividad inmensa y hay que tirarle de la correa antes de que sea tarde.
    Nerón quemó todo,incluso lo que amaba.
    No se si el relato es vivencia personal,pero en cualquier caso,se te comprende un poquito más.

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    1. elrefugiodelasceta dice:

      Patricia, ando un poco desaparecida, me gusta evadirme en la realidad. JA JA JA!
      Al final, el que escribe, aunque ficción, siempre tira de lo personal, no? Bueno, eso creo.
      A la Oscura le sudan los límites, no tiene principio ni principios, tampoco fin. Es una anarquista de cojones y siempre desafiante, se toma las cosas a vida o muerte. Es un poco pesada pero a ella hay que agradecer que me mantuviera en vida… las cosas son como son. Otro besote para ti! Muacks!

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  2. beauseant dice:

    A mi oscura le doy chocolate y pan mojado en leche… no quiero hacerla salir de su madriguera, sospecho que tiene un tonelada de reproches y rabia acumulada. Me sorprendería que sirviese de algo liberarla ahora, tan tarde, no haría bien a nadie…

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