El arte de escuchar en silencio: En el mutismo se revelan las grandes verdades. El camino hacia uno mismo está plagado de impedimentos y lleno de presencia.

Escuchar con la presencia y no con la mente. Una de las cosas que me han enseñado en la formación gestáltica es a sostener el silencio. Abismales, profundos y algunos tenebrosos, los silencios hablan sin emitir sonido. Es el momento de conexión con uno mismo, ese instante que da miedo porque es en ese lugar en el que nadie dice nada, en el que el terapeuta me mira directamente a los ojos en dónde el milagro del vínculo conmigo mismo aparece.

El silencio es de oro, permite verse sin ruido, observarse con y sin juicio. Todo es información valiosa con la que trabajar.

Recuerdo que a pesar de las prolongadas meditaciones, me costaba sostener el vacío, me resultaba incómodo y áspero. Había que decir algo. La palabra, la mente siempre locas en una cháchara desbocada para impedir el contacto con la paz, la tranquilidad incluso la armonía. En silencio todo está bien, es lo que es y aprendí a aceptar que todo es perfecto tal y como era. Que no había que hacer nada que me bastaba con respirar y acoger aquello que nacía. El amor verdadero es amor por lo que vemos en nosotros y no queremos cambiarlo, sencillamente lo aceptamos y lo hacemos consciente. Ahí está el cambio verdadero y la puerta hacia la transformación. Primero veo lo que hay y solo viendo, observando me permito amar y comprender. Solo entonces me veo.

Es maravilloso no estar en constante lucha queriendo «no ser» lo que vemos que somos y también lo que no somos. Cuando la mente se aquieta, veo que soy lo que soy pero también soy lo que pienso que no soy. Lo soy todo si elijo serlo todo. A veces sale la fiera a pasear y entonces elijo la rabia porque es para mi mejor y máximo bien y el de los que están a mi alrededor. A veces aparece la piadosa y entonces elijo la compasión porque también esa faceta me ayuda a abrazar lo inabrazable de mí.

Todo desde el amor más profundo y transmutador. Aprender a sostener el silencio y la mirada desde el no juicio ha sido, está siendo y será una de las claves en este camino que no termina nunca, ni siquiera después de la muerte.

Fue difícil no replicar, no pensar, no dar mi opinión sobre esto, aquello y lo de más allá y aún así, muchas veces me sorprendo «in fraganti» parloteando dentro de mi cabeza. Me río viendo lo necesario que es que me vean porque mis padres no supieron verme. Son dolorosos y enormes los sentimientos de abandono y de rechazo.

Es este un camino de años, nada de la píldora mágica prefabricada, es pico y pala, trabajo de hormiga, de demolición, de miedo, terror, ansiedad, movimientos energéticos a nivel personal que ahogan y parece que uno se vaya a morir si cierra los ojos. No hay en absoluto un sendero luminoso desbrozado listo para ser transitado. La ruta hacia uno mismo está sembrada de impedimentos egoicos, aprendidos, desconexiones vitales que salvaron los años más tiernos y vulnerables de la existencia.


Aprendí a defenderme atacando, impidiendo que el otro tuviera espacio para pensar, para replicar, para ser. Controlar, controlarme, controlarlos a todos. Mi mundo era un tablero de ajedrez y yo juraba y perjuraba que no pretendía controlar a nadie… Ahora me río y siento una gran compasión por la ceguera que no quería ver. Cada uno hace lo que puede con lo que tiene.

Plutón en casa 12 sugiere exactamente lo contrario y después del gran trabajo interior tengo que admitir que en el control y en el apego al control soy maestra.

No emitir opinión y confiar que la persona que tengo enfrente será capaz de encontrar su propio camino y que sólo necesita momentáneamente un báculo donde apoyarse, eso soy. Un palo tieso sobre el que apoyarse, un palo tieso que continúa aprendiendo de sí mismo y de los demás. Un palo que tiene presente que el vínculo cura más que ninguna terapia. Que necesitamos del otro para que atestigüe de nuestra existencia, que nos preste su amor mientras nosotros encontramos el nuestro, que nos preste su mirada y la validación de nuestras emociones mientras nosotros hallamos las nuestras, que nos deje sus lágrimas y su compasión mientras nosotros nos encaminamos hacia nosotros mismos y encontramos las nuestras.

4 comentarios en “El arte de escuchar en silencio: En el mutismo se revelan las grandes verdades. El camino hacia uno mismo está plagado de impedimentos y lleno de presencia.

  1. Avatar de beauseant
    beauseant dice:

    Conozco muchas personas que odian el silencio, en cuanto una conversación decae, enseguida tienen que decir algo, lo que sea. Es enternecedor, porque muchas veces dicen cosas que no debería, incluso confiesan cosas que no pretendían sólo porque odian el silencio.

    No hemos seguido el mismo camino, pero hemos llegado a conclusiones parecidas, a veces debemos callar, el mundo no espera nuestra opinión ni tenemos todas las respuestas… El silencio, qué bonito es, ¿verdad?

    Le gusta a 1 persona

  2. Avatar de Patricia
    Patricia dice:

    El control te hace a su vez esclavo y rígido,amas su yugo creyendo que eres libre.¡Es fantástico lo que se aprende del silencio!.Observar sin juzgar y sin juzgarte,no atender a la aparente necesidad de contarlo.Es sólo para tí.Un baño relajante,un olor a flores…es un regalo que te das
    😉😘😘😘😘😘

    Me gusta

Replica a Esther Cancelar la respuesta