Queridos tú y nosotros,
Si estáis leyendo estas líneas es porque os sentís abandonados, rechazados, traicionados y abatidos. Es posible que no comprendáis nada de lo que os está sucediendo. Lo primero es comprender que no hay nada que entender más allá de aquello que os atañe directamente y eso es vuestro propio comportamiento y el perfume que usáis. Desprendéis, me voy a meter en el saco, desprendemos un irresistible olor para todo tipo de engendros sociales que provienen de las sombras. No sería peligroso si los errores no se pagaran con la salud o incluso con la vida.
Es de vital importancia que comencemos a darnos cuenta de que si seguimos así, corremos peligro. En mi caso, una confesión, estoy esperando los resultados de una analítica para saber si el hijo de puta anterior, pues no tiene otro nombre, mentiroso y manipulador, además de un profundo agujero en el alma, de las reiteradas faltas de respeto y de ahondar en mis heridas básicas, sumó alguna mierda a mi fisiología, carga que tendré que llevar toda la vida si realmente ha habido algún contagio. Es grave. En ocasiones puede entrañar la muerte.
Nadie te va a respetar si tú no te respetas a ti mismo. Si no sabes poner límites el mundo se te come y esto es una alarma más (ya van unas cuantas) que la vida lanza. Aquí es donde uno se detiene y empieza a atar cabos.
Esto no sería posible sin haberse sometido y seguir en terapia psicológica para comprender con la mente y con el cuerpo aquellos mecanismos de defensa que nos saltamos a la torera, sencillamente porque los tenemos dormidos. ¿No os pasa que hay «algo» que no cuadra? Eso es la intuición, si está es porque efectivamente ese algo no cuadra, existe, es una realidad. Como a mí, os habrán enseñado a obviarla. El imperio de la mente desoye el más viejo de los sentidos. Hay que desempolvar el viejo traje animal que nos ha permitido mantenernos vivos.
Nuestros mecanismos fallan por muchas razones, no sólo es porque tendemos a la hiperracionalización. Venimos de familias maltratadas y por lo tanto maltratadoras. En este punto recordar que el maltrato no es solo físico, de hecho, el peor es el que subyace, el psicológico pues al ser silencioso no deja huella más que en la psique del sujeto. No tiene nada que ver con si nuestros padres nos quisieron o no. Ellos nos quisieron como les enseñaron a querer, con muchas carencias, de forma intermitente y, por encima de todo, es muy posible que ellos no se sintieran queridos como ellos necesitaban ser queridos. Así, de generación en generación, se transmiten los traumas, las carencias, los fallos. Tratando de paliar las faltas de amor conscientes, se cae en lo mismo pero de otra manera.
Me ha costado muchos años comprender y digerir. No era una cuestión de inteligencia ni de consciencia, sino de tempo. El subconsciente necesita de su tiempo para ir liberando la oscuridad y la sombra. A veces es toda una vida y uno repite patrones hasta que, un día, se enciende una luz y se comprende con el cuerpo. Eso es lo que se llama insight, es el famoso eureka, y llega cuando tiene que llegar. Es un proceso de digestión lento, no se puede apresurar porque entonces caemos en una brecha mental: lo comprendo con la mente, pero el cuerpo me lleva a seguir haciendo lo mismo. Eso es que todavía no estás listo para comprender y no pasa nada. Cuando uno realmente lo ha entendido, desaparece la necesidad, se cura ese dolor de fondo.
Al provenir de una familia tullida, el único modelo que poseemos es ese. Por lo tanto, buscamos, inconscientemente, reproducir en nuestro cotidiano un escenario similar para sentirnos cómodos y tranquilos. Preferimos enfrentarnos a lo que ya conocemos. Esto no se trata de un proceso consciente porque si no seríamos gilipollas. «Más vale malo conocido que bueno por conocer». No somos plenamente conocedores de hasta dónde se alarga la maldad ni cómo nos afecta en nuestras relaciones sentimentales.
Si se nos ha ninguneado, abandonado, rechazado, disminuído y una larga lista de etcéteras, seguiremos buscando eso para nosotros aunque la cosa lleve un disfraz reluciente. Si profundizamos veremos patrones peligrosamente similares. Y de nuevo, no basta con saberlo, es necesario sentirlo o, mejor aún, dejar de sentir la necesidad. Aquí un amplio abanico de posibilidades, cada uno las suyas.
Pasaré a hablar del caso que nos atañe a nosotros, a mí, directamente: que es el imán para cierto tipo de perfil con el que me he sentido tratada como el alimento de su alma y con el que se ha jugado como los gatos hacen con la comida hasta dejarla exenta de vida. Mientras haya zumo, seguirán exprimiendo y se irán cuando consideren que allí no queda nada para ellos. No importarán las palabras pues todo fue una estrategia de pacotilla, para atrapar al necesitado. El necesitado cayó, una vez más, en el juego por desorientación.
Las presas olemos todas a lo mismo por el perfume familiar del que he hablado anteriormente: exhalamos duda, miedo, inseguridad, comprensión y compasión, candoroso buenismo, desesperación, abandono y rechazo. Hemos desarrollado una personalidad sensible a las necesidades del resto, no porque sea puro altruismo sino porque es un mecanismo egoico para ser querido. No es real, es falso. Pensamos que estando siempre a disposición, siendo mansos y dóciles se nos querrá. Buscamos la validación externa porque nunca nos sentimos validados por nuestras familias, nunca sentimos que importamos una mierda. Aprendimos a ser invisibles hasta hacernos invisibles hasta para nosotros mismos.
No es de extrañar que tratemos de sobrecompensar estas carencias volviéndonos personas de éxito, reconocidas en algún ámbito, con un buen estatus social. Personas acostumbradas a luchar y a salir a buscar aquello que no les ha sido dado en casa. La necesidad crea el movimiento. Salimos siempre a buscar aquello que pensamos necesitar.
Tenemos una capa dura que a los ojos de la gente es de fortaleza quizás agresividad y violencia, pero eso es un mecanismo de defensa porque sabemos que en el fondo estamos profundamente heridos. «Sabemos», de nuevo, no es un proceso consciente, sentimos que somos endebles pero no sabemos exactamente cómo, «algo» repta en las profundidades del alma. Desconfiamos de nuestras sensaciones porque ¿Cómo es posible que me sienta mal si lo tengo todo para ser feliz? Esta pregunta mata y el entorno ya se encarga de hacerte sentir culpable por no ser feliz. Y tú aceptas el sentimiento de culpabilidad porque la comparación «no estamos tan mal» es una estacada a la cordura.
Llaman a la puerta y la abrimos. Es un personaje un poco raro pero «seguro que son cosas mías». Dejamos pasar porque el mundo tiene razón y nosotros estamos equivocados. Como tenemos una profunda carencia de amor propio, nos deshacemos en tratar de agasajar a este nuevo visitante, del que no conocemos absolutamente nada, pero la cortesía es lo que hemos aprendido para ser aceptados. En este punto me hace pensar a la película «Funny Games», ya lo entendí en su día pero se me olvidó. Sufrimos de amnesia selectiva.
El visitante trae un par de cumplidos vacíos que lanza al aire. Consciente o no, eso no importa. Una persona validada y segura, hace caso omiso y sigue con su vida pero para un mendigo de amor que busca la validación externa, cuatro palabras se convierten en el centro de su vida. Estoy caricaturizando pero más o menos ocurre así. El visitante percibe la necesidad, la huele, tiene unos receptores nasales que le dicen «aquí hay alimento» y entonces despliega sus alas a sus anchas y se pone cómodo.
En psicología se llama «love bombing» y se utiliza para las relaciones narcisistas y psicopatológicas, pero no es exclusivo, se puede hallar en cualquier relación. El mendigo es bombardeado con mensajes a todas horas que él interpreta como una atención desmesurada, la atención que nunca recibió. El mundo se vuelve un lugar más cálido. Una persona en sus cabales, pasaría a analizar el contenido y vería que no tiene contenido emocional. Es un discurso hueco y vacío porque los visitantes ni sienten ni padecen. Algunos parecen sentir pero es un eco, un murmullo, algunos tan solo imitan lo que han visto.
Son seres desconectados de ellos mismos. El texto toma magnitud en los ojos del mendigo de amor que suele ser una persona de gran emotividad. Las palabras son interpretadas por el mendigo con sus propias emociones. Algo así como «Tú la letra y yo la música». Entre tanto, el mendigo sucumbe a la ficción y se crea un torbellino de sensaciones, de planes, de lo que sea. Las mentiras son despiadadas y van desde cualquier insignificancia hasta fingir una enfermedad grave y la muerte inminente, algunas mujeres tras 3 hijos y 15 años se dan cuenta de que sus maridos tienen una doble vida. ¿Cómo es posible?
Cuando los visitantes pierden el interés ya sea porque han olido necesidad en otra parte o porque nos acercamos peligrosamente a la realidad de lo que hay, se produce el «descarte». Salen de tu vida así como entraron y en cuestión de minutos, de un día para otro, desaparecen dejando un reguero de incomprensión, confusión y profunda sensación de abandono, tristeza muchísima porque tú te lo creíste todo. Algunos te harán sentir como la fuente del problema, te bloquearán y todo para «no sufrir» para alejarse de ti. Ya puedes estallar en carcajadas porque te has dado cuenta que desde hace un par de semanas la intensidad ha disminuido, ya no te escribe como antes. Tú interpretas que es normal porque no podría mantenerse el fuego, es un proceso normal y así debe ser. De nuevo es tu sensación, él ya debe de estar rondando por otros comederos a ver qué hay de nuevo.
¿Cómo es posible? Pues es posible. Existen personas de la suerte, pequeños animalitos rotos para los cuales solo nos queda tener piedad y sentir lástima, desde lejos. Ellos también huelen todos igual. El perfume es diferente, pero tienen la particular marca de inseguridad. Es muy fácil herirlos, a menos que sean psicópatas. Un comentario sobre cualquier cosa que quieran esconder y «pum» explota la burbuja. Cualquier comentario sin segundas, ellos lo magnificarán así como nosotros magnificamos unas palabras desprovistas del sentido real del perpetrador.
Aplicarán la ley del frío. Castigo para ti. Es su forma de reaccionar. Tú a lo mejor no entiendes lo que ocurre porque lo has dicho sin pensar, ellos se sienten heridos, explotan y se enfadan. Son distantes y no hay claridad en sus mensajes. De hecho no hay mensaje, es todo una estrategia urdida para que el mensaje lo cree tu mente, de nuevo, proceso inconsciente o consciente no debe importar, solo importa cómo te hace sentir a ti. Si empiezas a buscar entre líneas el sentido oculto de las palabras es que NO LO HAY. Deja de buscar y no pienses que son tan profundos y que tú eres imbécil por no entender el quinto sentido. No hay quinto sentido, es llano y simple. No sencillo, SIMPLE.
He visto a manipuladores ir de mosquitas muertas, de poetas, de bohemios. Creo que en el fondo son profundamente inconscientes, otros son conscientes, pero se la suda lo más grande. Todos son mentirosos, no obstante, y unos fulleros con tendencia a los mensajes contradictorios. No hay consistencia ni lógica. Eso debería ser suficiente para provocar una desbandada pero nos enganchamos intentando resolver los enigmas.
Están entre nosotros y no tienen solución. No tienen cura porque ninguno de ellos admitirá haber mentido, haber engañado, haber utilizado a la persona. No sienten remordimientos. No sienten nada. Son un agujero negro, un vacío existencial. Así hayan pasado los años, ellos tenían sus razones, todas ellas nobles porque dentro de la percepción de su persona son de intachable rectitud e impoluta moralidad. Alguien con sentimientos, al menos se pone en tela de juicio él mismo y busca respuesta a algo personal que piensan que es el origen de sus males.
La idea errónea es pensar que estamos ante un semejante. Esta idea nos condena. Ahí hay amor cero y el engendro todavía se ríe a mandíbula batiente de la ingenuidad batismal de nuestra necedad. Lo único que tiene que ser tenido en consideración es el daño y las secuelas que la «relación», por llamarlo de algún modo, ha dejado en tu ser.
No son muy dados a ofrecer información, pero algo siempre se les escapa, si a ti te da por tirar del hilo, vas a encontrar algo seguro porque es su patrón de conducta. Una mera estrategia que utilizan contigo, con todos, no hay que tomárselo personalmente. No eres nada.
Espero que esto haya servido al despistado olisqueador de culos sucios. Deja de oler, solo hay mierda. Cierra redes y no escuches ni leas más basura, es el primer paso para no dejar que penetre más en tu cabeza.