¿Qué significa NO estar emocionalmente disponible?: El primer paso a evaluar en nosotros así como en el prójimo. Responsabilidad afectiva.

Estar emocionalmente disponible no significa tener o no pareja, sino que guarda relación con la forma en que hemos aprendido a vincularnos y a regularnos. Estar libre de compromiso no implica desear establecer uno. El baño puede estar libre y no por ello operativo.

Como comentado en los 4 tipos de apego, tanto el estilo evitativo como el desorganizado se inclinarán hacia la no disponibilidad a menos que tomen conciencia de la misma y se recomienda al que sufre de apego inseguro que haya hecho consciente su herida de abandono lo antes posible. ¿Por qué? Porque polos opuestos se atraen y, como escribió Quevedo «la vida empieza con lágrimas y caca» y se sigue con lágrimas y mierda, que es lo que solemos hacer cuando no somos conscientes de nuestras aflicciones.

Cada uno obra en función de su nivel de conciencia comportándose de manera más o menos responsable cuanto más curtido esté en terreno emocional. Curtir no debe ser entendido como fortalecimiento o endurecimiento, sino como el entrenamiento a base de observación propia. Lo importante no es lo que nos hagan a nosotros, sino cómo encajamos el golpe. Si duele, es que ese lugar está magullado es por eso que se dice que el otro sólo te puede servir para darte cuenta de ti mismo.

Gracias a nuestros semejantes, podemos analizarnos a nosotros mismos para lograr adquirir una mayor conciencia de nuestra sombra y de todo cuanto en ella todavía se esconde. La calidad humana no se pone en entredicho en ningún momento. Nadie es más o menos que nadie, en todo este recorrido, si de una cosa me he dado cuenta, es de que cuando he juzgado duramente es porque era más fácil odiar que responsabilizarme.

Aprendí que la vulnerabilidad me hacía débil y que aquellos que se emocionaban demasiado rápido eran superficiales y frágiles. La fragilidad no era bien recibida. Al contrario, la vida me ha demostrado que es más frágil el que niega su propia debilidad porque, a menos que tengamos una base de psicopatía, todos somos endebles. El axioma es que el humano normal está tullido por antonomasia y la expresión de sus carencias se manifiesta por diferentes vías en función de cuál sea su carácter y su neurosis (leer «Carácter y neurosis» de Claudio Naranjo).

El emocional no tendrá problemas para dejar aflorar su sensibilidad y su pusilanimidad. El mental intentará paliar con lógica y racionalidad su flojera. El visceral tratará de alejarse de la misma sobrecompensando con fuerza moral, ética o física. Hay más, mucho más.

Por dentro, estamos hechos mierda y nada hay de malo en reconocerlo y ponernos en contacto con nuestras heridas profundas. Es la única manera de romper el quiste y empezar a vincularnos ya no con el prójimo, sino con nosotros mismos.

Estar disponible emocionalmente es estar abierto a:

  • Mostrar nuestro mundo interno y abrirse en canal. Es hacerse asequible sin circunloquios.
  • Conectar y construir un vículo de intimidad emocional
  • Dar y recibir afecto
  • Querer dejarnos querer
  • Hablar sobre el «nosotros» que estamos construyendo

En cambio, cuando NO estamos emocionalmente disponibles:

  • Evitamos conectar con nuestras emociones, negamos nuestras necesidades emocionales, preferimos pensar que está todo bien incluso cuando por dentro sabemos que no es así.
  • La idea de establecer un vínculo de intimidad emocional nos resulta incómoda
  • Huimos de la vulnerabilidad por lo que nos cuesta mucho dejar que los demás vean nuestro mundo interno.
  • No sabemos o no queremos expresar cómo nos sentimos, reconocer que necesitamos ayuda y pedirla.
  • Pensar en compromiso nos produce inseguridad y despierta nuestros miedos, aunque no siempre lo identificamos como tal.
  • Evitamos todo aquello que pueda suponer un conflicto, incluso si ello significa negar los problemas o las dificultades que puedan darse en el nexo de unión. «Qué palo me da tener esta conversación»
  • Nos sentimos más cómodos en relaciones superficiales donde no exista la cercanía emocional aunque, por otra parte, anhelamos la conexión y la cercanía.
  • Ambivalencia e inconsistencia en las relaciones: hay momentos en los que nos apetece querer y sentirnos queridos; en cambio hay momentos en los que preferimos mantener cierta distancia y convivimos con este conflicto interno que genera confusión en todos los implicados.