«El encuentro de dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman»
– Carl Gustav Jung –
Hoy miro atrás y es como estar oteando el horizonte hacia el cual camino. Hay una tónica de fondo, siempre la misma, bajo diferentes formas, distintos nombres, desde la luz, a partir de la sombra… la motivación eres tú, la motivación soy yo, nosotros y los que vendrán.
Primero yo por necesidad de comprender todas las contradicciones internas, los frentes abiertos, las luchas egoicas y también por mis cojones, que no son discretos y ocupan su lugar. Segundo tú porque una conciencia profunda me ha acompañado toda la vida, dotando de significado el postrero de los sucesos. Tercero nosotros porque en nosotros reside el ellos, porque somos ejemplo de estupidez o sabiduría.
Magallanes me dijo «Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo» y así lo siento.
Cuando tu alma, tu mente, tu cuerpo y los míos respectivamente se encuentran, nada vuelve a ser. Cambiamos porque te quedas algo de mí y me cambias porque me das algo tuyo. Por nimio que parezca movemos partículas, implantamos ideas, les hacemos vibrar y ellos a nosotros.
Me doy cuenta de la responsabilidad que conlleva tan solo levantarse por la mañana. A veces estamos y otras no. Interactuar es bello y hacerlo desde el amor se vuelve divino. La bondad se descubre detrás de un gesto, de una mirada, de una sonrisa. Nada más hace falta, una presencia, la nuestra propia y en algunos casos la compañía nos exhorta a darnos a nosotros y al prójimo.
No existe el «yo», no quiero limitar, imponer, hacerme valer, enrocarme en un punto inflexible, sino en un punto y seguido o los tres suspensivos que aceptan tus razones aún cuando no se compartan. Nada nos obliga a estar, estamos porque queremos, porque este trecho lo queremos hacer juntos. El compromiso es con uno mismo «siempre y cuando haya reacción, habrá transformación», siempre y cuando fluya habrá vida. El estancamiento es muerte y, para eso, ya tendremos tiempo, tanto como toda la eternidad. Ahora y aquí estamos tú y yo. Tus ojos recorren mis líneas mientras mis dedos sobrevuelan el teclado. A veces siento que existo gracias a ti, que sin el prójimo la vida no tiene sentido, sin interactuación nos convertimos en náufragos errantes.
No, no soy buena, a veces he pecado de buenista y, por tanto, de egoísta por no saber confrontar. A veces, lo bueno duele, dice que no, pone límites, no ríe, pero tampoco llora o se enfada. Lo bueno siempre es «YO siento», no acusa y considera que en vez de dirigir el dedo sentenciador hacia fuera, debe ante todo dirigirlo hacia «sí mismo». Me haces… me hago… Los demás son… yo soy… la sociedad es la que es porque yo + tú + nosotros lo permitimos. Si nosotros cambiamos, cada uno empieza a mirarse a uno mismo, automáticamente todo cambia.
Me gusta pensarte y saber que estás en algún lugar, aquí cerca de mí y que a veces me piensas. En algún momento irrumpo en tu mente «ah… me dijo» y me dejas acompañarte desde ti. Es hermoso saber que, efectivamente cuando hay reacción, hay transformación. Que tú eres parte de mí, que yo soy parte de ti y que, juntos, creamos un nuevo horizonte.
A todos los que estáis, por pasiva, por activa. A los que escribís, a los que leéis, comentáis o calláis. Que con nuestro electrón se creen los átomos del mañana.
Y a los que imparten maldad y destrucción, gracias a vosotros también somos quienes somos hoy.
A veces creo que sólo he aprendido a golpes… los que he dado y los que he recibido… y soy tan idiota que los que de verdad me duelen son los que he dado.
Pero ya es tarde para cambiar.. me dirás que no, que nunca es tarde, pero ya me entiendes…
Me gustaLe gusta a 1 persona
A veces sí, a veces es tarde para cambiar pero nunca lo es para empezar, por lo menos, a darte cuenta de las reacciones.
Por supuesto que los peores golpes son los que has dado, hacer daño a otro es hacerselo a uno mismo y por partida doble. Se supone que estamos aquí para repartir amor, no hostias… aunque a veces recibimos hostias que nos permiten comprender el amor. Ironías de la vida. Gracias por saludar! Abrazos!
Me gustaMe gusta