Terapia #10: El perdón por compasión. La comprensión y profunda pena de un proyector con solo tres centros definidos. El esfuerzo por comprender el diseño propio llevaría a una sociedad más respetuosa, sin lugar a dudas.

«El amor y la compasión son necesidades, no son lujos. Sin ellos el ser humano no puede sobrevivir»
-Dalai Lama-

«La compasión es un atentado contra la vergüenza. Negarse a ayudar puede ser lo más noble.»
– Friedrich Nietzsche-
(y a pesar del escrito estoy de acuerdo porque la compasión se ha tergiversado igual que los grandes valores que enarbolamos como sociedad piadosa. Hablo de otra compasión, de la que no busca ayudar, la que se genera por comprensión de la realidad del otro no la que proviene del ego que piensa que puede arreglar al otro desde el «yo». Esta compasión proviene de otro lugar, no pretende nada solo nace después del jarrón de agua fría del darse cuenta, de ver al otro ahogándose en sus dificultades.)

El vínculo con mi padre se reparó milagrosamente cuando tuve su diseño bajo los ojos. ¡Dios mío, papá! ¡Cuánto lo siento! ¡Cuánto siento el juicio por mi parte! Al ver todos sus centros en blancos excepto el ajna, la garganta y el G… se me vino el mundo abajo y me invadió una compasión inenarrable. Ni siquiera puedo imaginar lo que ha tenido que ser la vida de sacrificio para él desde la incomprensión de sí mismo y desde la absoluta pérdida de rumbo vital excepto por el ajna, lo único fiable para él. Si el caso de mi hermano ya es particular como proyector esplénico, el de mi padre es desolador.

Comprendí todas sus faltas de respeto hacia tantas cosas. Comprendí su movimiento incesante producto de una raíz sin definir que le impulsa al hacer sin desfallecer y tampoco sabiendo muy bien el qué. Comprendí su determinismo con ese centro ajna definido y el único que le puede dar fiabilidad y menos mal. Comprendí… y con esta comprensión llegó la compasión.

La conmiseración, la piedad y una indescriptible ternura hacia una persona que lo ha dado todo por nosotros incluso a la contra de lo que le dictó su cuerpo. La salvajada y brutalidad del atropello diario de alguien que se pone al servicio de su familia sin estar diseñado para ello y gracias a esa puerta 25 marcada, como también la tiene mi madre, que define la capacidad de amar incondicionalmente aquí estamos mi hermano y yo haciendo la mejor de las vidas posibles y aprendiendo gracias a todos los sacrificios que ellos, especialmente él, han tenido que hacer.

¡Cuánto dolor y cuánta pérdida de rumbo ha tenido que sentir a lo largo de su existencia! ¿Cómo no perdonar las faltas? ¿Cómo no amar a alguien que tuvo que estar tan perdido? ¿Cómo no sentir la conmiseración?

No me sentí culpable, pero sí me invadió una lástima indecible. No me sentí culpable, sino egocéntrica porque desde mi diseño, como desde el del 80% de la sociedad, estoy hecha para comprender quién soy yo y eso absorbe toda la atención. Visión de túnel y desde este punto de ombliguismo, pasamos por encima de los demás. ¿Cuánto dolor y destrucción podríamos evitar con la sola toma de conciencia? No me importa lo que diga la filosofía y la espiritualidad, ambas están contaminadas de un márketing que pretende extenderse a todos y, si bien es cierto que se vende como churros (en el 80% de los casos), también lo es que no es extensible al 20% restante y que ese remanente queda fuera de la comprensión, sencillamente sienten que esa mierda envasada de la no dualidad, del «yo», de la meditación empaquetada no funciona para ellos.

Si tan solo nos enseñaran esto en la escuela… algo tan sencillo como la aceptación de que existen 4 tipos de personas en el mundo y que la mayoría, que somos nosotros, podemos atropellarlos tan fácilmente como quien mata a una hormiga, el mundo cambiaría de forma y de vibración.

Si tan solo nos enseñaran a escucharnos y a comprender que tenemos que alinear los centros, que la toma de decisiones viene de las tripas y no de la mente… joder, cuánto sufrimiento nos ahorraríamos, cuánta frustración evitaríamos, cuánto dolor, rabia, impotencia y esclavitud esquivaríamos.

Si tan solo comprendiéramos que en esta búsqueda del «yo» existe un determinismo y existe la dualidad porque el mundo es dual y que negarlo es una estupidez que conlleva una fragmentación y una lucha entre ambos segmentos, cultivaríamos la armonía incluso dentro de la dualidad. Seríamos capaces de escuchar y respetar que «ahora estoy disponible para esto, ahora no lo estoy», seríamos capaces de decir «no, porque no me apetece», seríamos capaces de decir «ahora toca cerrar el pico porque la persona que tengo delante tiene este centro sin definir y cualquier cosa que diga la puede condicionar».

Si comprendiéramos que nuestra energía puede ser arrolladora, que nuestra falta de conciencia propia implica un condicionamiento del prójimo, que el querer tener razón no nos aporta identidad ni sirve para una mierda porque cada uno está aquí para algo diferente… no puedo imaginar una sociedad así. John Lenon sí. Imagine all the people… respetándose y respetando al otro, comprendiendo que el designio del uno no es el del vecino, que yo me ocupo de lo mío y tú de lo tuyo y ponemos en común aquello que vamos descubriendo por el camino sin intentar convencer a nadie de nada porque cada cual tiene un propósito diferente.

Que el dolor es autoinfligido y que lo extendemos fuera cuando no comprendemos el dentro. Joder, qué puta revelación de semana.

Llamé a mi padre sollozando y diciéndole tan solo una cosa que nunca nos decimos: «Papá, te quiero» Gracias por tanto sacrificio, ahora comprendo.

5 comentarios en “Terapia #10: El perdón por compasión. La comprensión y profunda pena de un proyector con solo tres centros definidos. El esfuerzo por comprender el diseño propio llevaría a una sociedad más respetuosa, sin lugar a dudas.

  1. Avatar de अनत्ता 光 心
    अनत्ता 光 心 dice:

    «Ver al otro ahogándose en sus dificultades» es ver y entender que las personas son seres que están sufriendo, ni más ni menos. Así es, efectivamente.
    Tan cierto como que de ahí «se genera [una compasión] por comprensión de la realidad del otro que no proviene del ego que piensa que puede arreglar al otro desde el yo».
    Namaste.

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