Me sorprendí saltando de roca en roca como solía hacerlo años a. La música de Estas Tonne ensordeciendo al mar de fondo y el ritmo frenético me obligó a jugar con la rapidez. ¡Si te desequilibras te caes en la fosa de los cocodrilos! Inyección de adrenalina. Dejé de saltar de piedra en piedra para posarme sobre una de ellas, la más plana. La guitarra se enmarañó a mi sesera impidiéndome hacer uso de ella. Sólo sentir, esta es la nueva regla del juego y cuidado con el foso que siguen ahí hambrientos los reptiles.
El viento redobló su furor, el sol abrasaba la piel sin herirla. Los últimos coletazos de San Martín arremetían como latigazos. «Hasta pronto calorcito, nos volveremos a ver en abril».
Bailé sin que me importaran un huevo los ojos de los pasantes. Mi podio me elevaba, el viento me azotaba, los reptiles se frotaban la lengua contra las rocas. Estas Tonne aporreaba, pinzaba, rascaba su instrumento. El ritmo me impregnó sumiéndome en un trance danzante. ¡Qué libertad!
De repente me detuve en seco. Aquello ya lo había vivido antes, mucho antes, parece que en otro siglo. No, no era un déjà vu, era un déjà connu, unas emociones ya sentidas y posteriormente reprimidas. Joder que esta eras tú, no tú la que piensa, sino tú la que sentía, tú la que bailaba, la que reía, la que se emocionaba y luego pasaba a otra cosa, la que tocaba, la que abrazaba sin reparos y sin necesidad de reparar nada, sin temores, sin miedos, en inocencia súbitamente interrumpida. Tú, la niña que existió antes de que supiera que existía.
¿En qué momento me confundí con el personaje? ¿En qué momento fui consciente de mí y me creí el traje en el que crecí? ¿En qué momento me convencí de que la malla que me envolvía era yo?
Dejé de jugar y tuve que sentarme a digerir semejante realidad. Porque a pesar de haber leído toneladas de letras, de los mejores, de los peores, de los de renombre, de los sin nombre… a pesar de haber comprendido con la cabeza, con esa mente que es la que entiende la lógica, el fogonazo de sentirlo, sentirlo profundamente, sentir la suficiencia de uno mismo, sentirse esencia sin personaje no tiene parangón.
Sentarse a sentirlo, intentar asirlo y de repente en una ráfaga de aire volver a perderlo… sí, lo perdí por quererlo para mí, necesitaba imprimir la sensación en el cuerpo, aprenderla desde ahí. ¡Qué gran vivencia, qué realidad tan perturbadora y a la vez tan sanadora! Ya era antes de saber que era porque en el momento de coger esa certeza desaparece la verdad.
Por eso ya no leo sobre las experiencias de los otros, de los grandes, de los pequeños… en este impasse vital no me sirve de nada leer, tengo que aprender con el cuerpo a reconocer la verdad. Por lo menos la que es mía propia y no prestada por las letras.
Hermoso 💕
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«Ya era antes de saber que era porque en el momento de coger esa certeza desaparece la verdad.»
Me parece una importante reflexión, ser consciente, sentir por dentro, no a través de lo que me cuentan los demás. Saber que soy, que estoy.
Un abrazo. Marlen.
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Un abrazo y sí, la primera persona del singular es harto importante. Nos enseñaron a hablar en primera del plural porque está mal visto, es egocéntrico hacerlo en «yo» pero me parece más ofensivo dar por supuesto que todos tenemos que sentir lo mismo. Nosotros hacemos, somos, solemos… y así pensamos que pensamos todos igual. Perdemos el yo para sumirnos ficticiamente en el nosotros. Primer paso del autoconocimiento es el autoREconocimiento. Abrazo Marlen!
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¡Excelente! ¿En que momento dejamos de solo existir, para identificarnos con los personajes? ¡Lo ame! Todas las respuestas están en nuestro interior. Un abrazo con cariño 💜
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En el mismo momento en que nos enseñan, aprendemos a pensar, supongo. Ni idea, en esas estoy. Otro abrazo para ti Katlyn!
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Bueno, siempre llega un momento de nuestras vidas en que devenimos en el personaje. El entorno, la familia, el azar, no lo sé, todo eso nos va configurando para ser la salida, la empollona, la madre, la amante, la… En fin, que llega un momento que, a base de repetirlo, lo acabas asimilando y haciendo tuyo… Con el tiempo ese traje puede sentar bastante mal, pero cuesta mucho desnudarse cuando hay tanta gente mirando…
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Ya… lo peor es desnudarse cuando nadie mira porque tú ya sabes lo que hay debajo y estar frente a frente con uno mismo… eso sí que da miedo de verdad. Los demás que miren, están de paso el que se queda es el yo. Un abrazo artista!
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Me parece que usted está trascendiendo la urgencia por explayarse y el deber de ofrecer un mensaje para adentrarse puramente en la introspección mediante el cada vez más sofisticado manejo de las palabras. En pocas palabras usted empieza a hacer literatura.
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