Mi primer encuentro con la Cábala o Kabbalah: Hallé el origen de las píldoras rápidas y fáciles que pueblan las redes sociales, pero que pocos saben de dónde provienen.

No la busqué, ella me encontró a mí. Cuando el discípulo está listo aparece el maestro y hela aquí, delante de mis ojos. Tanto tiempo desfilando y yo haciendo caso omiso hasta que un día como ayer… ¡PAM! Se incendió la sesera.

Se me abrió un mundo entero que no me era desconocido. Tanto criticar las píldoras instag.rameras en busca de likes todas ellas bien empaquetadas para crear impacto. Dios me mandó un hostión: «Hija mía, de aquí proviene todo, de la mística, de la Kabbalah».

Me quedé hundida en el sofá a punto del derrame cerebral, con la nariz sangrando al más puro estilo Dr. Slum cuando se le adivinaban los pezones a la Srta. Yamabuki.

Todo el impacto de las redes me parece una absurdidad si se desconoce el origen porque es lo que siempre critico, el asumir como axiomas las conclusiones de otros y darlas como buenas porque sí. Pues no, porque a dicho corolario no se ha llegado transitando el sendero de la vida, sino asumiendo como bueno el camino ajeno. Quizás esas deducciones no sean para uno, quizás esas conclusiones sean para aquel que las trasciende.

Me río, en realidad me da pena, de que lo trascendental se haya convertido en una carrera desenfrenada por vender servicios de aire. Todos somos gurús, coachs, terapeutas, hermeneutas, místicos, sacerdotes. Todos vendemos humo, yo la primera, creedme. No estoy produciendo nada material, todo es una nube de pedos suspendida en el éter y de ahí me alimento. Tengo el síndrome del impostor porque nada de lo que enseño me ha costado sudor y lágrimas, ha sido como ciéncia infusa. Quizás cada uno debería consagrarse a aquello que no le cuesta trabajo producir.

¿A qué te dedicas? Pfffff… vendo mi tiempo, como cualquier otro. Somos tan abundantes que ni siquiera osamos darnos cuenta de que nuestro tiempo no es para comerciar con él, sino para disfrutarlo. Para vivir no hace falta nada, en realidad con un par de manzanas al día y un techo bajo el que resguardarnos, sería suficiente. Las manzanas crecen en el campo y quien dice manzanas, dice algo que echarse bajo el diente. Para un techo sirve una cueva, pero nos hemos creído la historia que nos hemos contado.

Al que se da cuenta de que todo está al alcance de la mano no le teme a nada, ni le hace falta nada más que lo que tiene. No vinimos a este mundo a trabajar, eso es una de las grandes falacias, falos, que nos hemos comido sin doblar y con dobleces.

10 comentarios en “Mi primer encuentro con la Cábala o Kabbalah: Hallé el origen de las píldoras rápidas y fáciles que pueblan las redes sociales, pero que pocos saben de dónde provienen.

      1. Una mirada... dice:

        No, malo no; lo mismo que la procedencia del azul prusiano que acabo de ojear hace un rato. Solo son lecturas blogueras de las muchas que se lanzan/lanzamos a la virtualidad, con pretensiones de altura o sin ellas, y que no poseen mayor calado que aquel que queramos darle quienes leemos. En esa misma línea, los «guruses» y «gurusesas» solo lo son en tanto y cuanto los consideren sus lectores.

        Me gusta

Deja un comentario