Frankenstein: Mary Shelley la romántica. Una historia amena llena de sentimiento de culpa, alienación y no pertenencia. La herida del rechazo en la literatura clásica.

«Pero vos, mi creador, me odiáis y me rechazáis, a vuestra criatura, a quien estáis ligado por lazos que sólo se desatarán con la muerte de uno de los dos.»
– El monstruo – Frankenstein, Mary Shelley

¿Quién no conoce la historia de Víctor Frankenstein, creador de «el monstruo» hecho de retales humanos? Pues eso, lo que todo el mundo sabe, que es la historia de un tal V.Frankenstein que creó vida a partir de la nada. El joven Frankenstein da a luz a un monstruo de dimensiones colosales cuya fealdad asusta a toda la humanidad.

Lo más interesante del relato no radica en lo que pasa, como suele ocurrir en los libros de mi interés, pues el que bien me conoce sabe que me importa un bledo la acción y que soy defensora de la ficción donde no pasa nada, pero ocurre un mundo. No nos equivoquemos, la verdad es siempre silenciosa y se esconde del mundo a través del ruido, las acciones y las palabras.

La parte más interesante de Frankenstein empieza en el segundo volumen, pues el libro fue escrito en dos partes, lo cual es una información absolutamente prescindible y carente de interés.

En esta segunda parte del relato «El Monstruo» escapa del laboratorio de Víctor que, asombrado por la fealdad de su propia creación, la rechaza dejándola a la buena de Dios vagar por el mundo.

«El Monstruo», repudiado por su propio padre, empieza su periplo y deambulación por el terreno de los hombres. Es de una obviedad innegable que Shelley habla de la herida del rechazo quizás sin siquiera saberlo. Existe, además, la posibilidad de un triple nivel de lectura. No solo es la historia de un niño repudiado por su padre, sino que el propio Monstruo y esta herida de rechazo se transforma en la sombra del propio Víctor Frankenstein dando a entender que si la herida de la infancia no es tratada y mirada de frente, se convierte en la sombra de la persona que la sufre y todo cuanto salga de ella será la proyección de ese dolor interno que reproducirá sin cesar las condiciones para ser rechazados alimentando así la certeza de que no somos merecedores. Desde un punto de vista psicológico, la historia es brillante. Otra cosa es la posición desde la cual el relato se narra, personalmente siento que el drama excesivo propio del romanticismo me carga. Reflexión: si me carga es porque yo misma tengo tendencia al histrionismo así que un reflejo que molesta indica una característica propia evitada, cuando no, negada.

La criatura recién nacida descubre la raza humana y aprende cuán aterrador puede ser el mundo sin un guía, un padre que la proteja. La salida del Monstruo a la vida se asemeja a la de un niño que transita por la existencia descubriéndose víctima de emociones y nuevas sensaciones sin saber lo que son o de dónde provienen. También aquí descubre la necesidad y la vulnerabilidad del cuerpo en el cual se halla encarcelado: el frío, el calor del fuego, el desconocimiento de él mismo, la placentera sensación de calor de la hoguera que, demasiado cerca le quema la piel: «Qué extraño, pensé, que la misma causa produjera al tiempo efectos tan contrarios».

Este repudio del padre hará que el niño se enfrente a la vida desde una posición de introyección «algo está mal conmigo». En este caso se materializa en la deformidad y la monstruosidad de la abominable criatura que causará la desbandada de todos aquellos con los que intente una toma de contacto alimentando así la creencia limitante de ser un «monstruo» no merecedor y aumentando la sensación de vacío y desamparo hasta toparse con la frustración de intentar entablar contacto real porque su alma es profundamente humana. Todo el mundo huye de él, lo humilla por su fealdad, lo atacan a pesar de él mostrar sus más dulces intenciones que no son más que las de cualquier niño: ser querido.

«Yo era bueno, mi alma rebosaba amor y humanidad, pero ¿No estoy solo… miserablemente solo? Y vos, mi creador, me aborrecéis ¿Qué esperanza puedo albergar respecto a vuestros semejantes, que no me deben nada? Me desprecian y me odian»

Poco a poco la tristeza se transforma en rabia y odio por la raza humana y el deseo de hacer sufrir al progenitor que le dio la vida y se desentendió de él dejándolo abandonado, solo y sin guía. Este niño herido se transmuta en la sombra que acecha a cada paso, que incluso mata literal y metafóricamente, a su círculo cercano y que quiere hacer padecer al creador el mismo dolor del que ella se siente injustamente aquejada. La sombra lo persigue por el vasto mundo en un intento de hacerse ver. El niño herido reclama justicia y tan solo quiere ser abrazado y aceptado. Una desoladora historia con la que cualquiera puede sentirse identificado en su fondo si tiene la voluntad de mirarse al espejo, pues ¿Quién no es portador de dolor, angustia y sensación de soledad y desamparo? ¿Quién no se ha sentido desvalorizado, desestimado por alguno de sus padres?

Síntomas de la herida del rechazo del Monstruo:

«El demonio» da muestras de los síntomas más característicos expresados por las personas que han sufrido la herida del rechazo y como aquí no se da puntada sin hilo, aprovecho para repasarlos aplicándolos al personaje de Mary Shelley:

  • Miedo a las personas y gran desconfianza en su relación con ellas. En este caso «El Monstruo» huye de las personas y se aparta del mundo, pues los reiterados intentos de entablar contacto han culminado con la muestra de una agresividad por parte de los humanos
  • Inhibición personal y falta de expresión natural en una o varias áreas de la vida, debido al miedo y desconfianza experimentados. El Monstruo pasa de ser espontáneo y buscar a las personas para entablar ese vínculo que no ha recibido de su padre a ser esquivo y a reprimir las ganas de compañía. Observa el amor que se profesan las familias sintiéndose terriblemente alienado y desmerecedor de ese mismo amor. «No soy merecedor, la felicidad no es para mí» es el mantra que se repite a sí mismo para evitar sentir la necesidad y alejarse de las personas a pesar de pulsar el anhelo por ser parte de ellos.
  • Estado de alerta más o menos continuado en interacciones personales para no experimentar de nuevo tan desagradable situación. En este caso, el Monstruo termina por evitar cualquier tipo de contacto o intento de contacto exterior. Vive de noche, se oculta de día y observa el mundo desde la distancia. En este punto el relato hace pensar en «Sin noticias de Gurb».
  • Impulsividad, dependencia y/o evitación y huida para evitar posibles futuras situaciones de rechazo y dolor. La negación es el fondo desde el cual se opera la evitación constante que permite seguir alimentando la falsa creencia del no ser merecedor de amor.
  • Dificultad para iniciar relaciones personales o mantenerlas en el tiempo. El Monstruo termina por asumir que debe evitar cualquier intento de contacto acrecentando su distanciamiento social y alimentando la sensación de dolor. Negando la necesidad de amor está haciendo lo mismo que hicieron con él: rechazo constante. Cuanto más rechaza, más malestar siente y mayor es la negación y así se pierde en un bucle infinito y la vorágine de venganza y odio se lo traga haciendo desaparecer la ternura y pureza de su esencia.
  • Rencor acumulado que puede manifestarse en ciertas ocasiones ante posibles interpretaciones personales de rechazo y ante las cuales se cuece el sentimiento de ira, de injusticia, de humillación y arden las ganas de destruir todo cuanto rechace al ser.

«Amo la vida, aunque sólo sea para mí una sucesión de angustias, y defenderé la mía. Soy vuestra criatura y siempre seré fiel y sumiso»

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9 comentarios en “Frankenstein: Mary Shelley la romántica. Una historia amena llena de sentimiento de culpa, alienación y no pertenencia. La herida del rechazo en la literatura clásica.

  1. Avatar de Juan José
    Juan José dice:

    «si la herida de la infancia no es tratada y mirada de frente, se convierte en la sombra de la persona que la sufre y todo cuanto salga de ella será la proyección de ese dolor interno que reproducirá sin cesar las condiciones para ser rechazados alimentando así la certeza de que no somos merecedores. » simplemente una aportación genial, descrita con autoridad y belleza.

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  2. Avatar de Joiel
    Joiel dice:

    La verdad grita, aunque lo haga en una onda distinta a la de quienes la transforman, y el monstruo… No fue de la nada el todo, sino desde la casi nada, que ya es mucho.
    He decir que el jovenzuelo que aparece en el retrato, junto al libro, cuenta con mi simpatía.

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    1. Avatar de elrefugiodelasceta
      elrefugiodelasceta dice:

      La verdad siempre grita, otra cosa es que la queramos escuchar. Por experiencia, hacemos oídos sordos y no porque sean palabras necias sino negadas. Churumbel, ya sabes, fiel compañero de batallas.

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