Mecanismos de defensa: ¿Cómo y cuándo te desconectas de ti mismo? La interrupción del continuum de atención y el darse cuenta son las claves para la toma de consciencia.

En el proceso gestáltico, como en meditación, se  pone especial énfasis en el “awareness” siendo uno de los temas principales y fundamentales “el aquí y el ahora”.

¿Por qué es el momento presente crucial para el proceso gestáltico? Por ser el Uúnico momento que realmente existe. Todo lo demás es una fantasía producto de la mente egoica y limitada del pequeño yo. O bien nos perdemos en el pasado reviviendo momentos que ya no existen, o bien elucubramos con situaciones futuras basadas en el pasado. En cualquier caso, estamos en el pasado o en el futura pero nunca en el ahora.

Cuando practicamos la meditación con regularidad y tratamos de estar presentes, podemos darnos cuenta de en qué momento dejamos de estarlo y podemos volver a nosotros mismos. Estos momentos de desconexión con el presente son los llamados mecanismos de defensa.

Tengo la sensación que somos un compendio de todos ellos y que los utilizamos todos. Nuestro deber es observar cuándo y cómo interrumpimos el contacto con nosotros mismos y, lo más importante, para qué. ¿A qué finalidad sirve el dejar de estar centrados en nosotros? ¿Qué parte de mi ego quiere ocultarse y no desea ser descubierta?

Estos mecanismos de defensa son estrategias de adaptación aprendidas en el pasado que ya no son útiles en el presente y que interrumpen el flujo natural de la experiencia, el contacto con uno mismo y por ende, con el prójimo.

Una frase que me gusta recordar es que “la neurosis aísla, es caprichosa y egocéntrica”. Forma parte de la primera mitad de la vida la construcción del personaje que creemos ser y, llegados a un punto, ese personaje impedirá el crecimiento y lo que en un momento nos fue útil para la supervivencia se vuelve limitante para la expansión del ser. Los mecanismos de defensa impiden el contacto con la realidad de uno mismo y todo cuanto nos rodea. 

1. PROYECCIÓN E INTROYECCIÓN:

La introyección es el haber creado creencias limitantes sobre la identidad cuya base está en frases recibidas de nuestro entorno a lo largo de la vida y muy especialmente en la infancia. Dicho mecanismo se origina porque existe otro mecanismo de defensa paralelo: la proyección que es el hecho de poner en el otro todo cuanto no somos capaces de ver en nosotros y que ha estado relegado a la sombra.

Los padres proyectan en los hijos aquello que ellos no han hecho conscientes y los hijos asumen/ introyectan, dichas proyecciones como ciertas. 

Así nos creamos percepciones sobre nosotros mismos que no sólo no son enteramente ciertas, sino que tampoco hemos tenido la capacidad de cuestionar puesto que son percepciones que tomamos como axiomas y verdades absolutas.
En este blog se ha hecho referencia a “la teoría de las bases falsas” en múltiples ocasiones englobando todo cuanto a educación normal se refiere sin haber reparado en el hecho de que una parte de la identidad era conformada también por estas bases falsas.

Cuando me identifico con mi propio introyecto automáticamente proyecto aquello que no soy capaz de ver en mí. Sin uso de consciencia, estoy perpetuando aquello que ha fragmentado la percepción que tengo de mí mismo y que suele ser inquebrantable. Para proteger la identidad acusaré al prójimo de aquello que no puedo tolerar en mí. 

Esa es la identidad insular que podemos llamar “yo neurótico” de consciencia disminuída.


2. PROFLEXIÓN Y RETROFLEXIÓN:

La proflexión es el mecanismo de seducción dirigido hacia fuera cuyo objetivo es la manipulación de otro para evitar la comunicación directa que supondría confrontar aquello que se quiere abiertamente y pedirlo sin circunvalaciones.

¿Para qué se utiliza este mecanismo? Para salvaguardar la propia imagen y mantenerse en la idea de no necesitar, de ser independientes, autónomos. En el inconsciente pesa, no obstante, la certeza de aquello que queremos a pesar de no estar aceptándolo conscientemente y no sentirse pedigüeño. 

El mostrarse disponible 24/7, el dar sin límite que ciertos rasgos de personalidad muestran (unos más que otros), el “hacer favores” sin que nadie lo haya pedido, el tratar de salvar a los demás para que, cuando me haga falta, pueda ser salvada.

Esta forma ilimitada y no solícita de dar encubre una política de pago inconsciente que puede llevar a la decepción cuando los términos esperados por el dador no son cumplidos por el receptor.

Aseguran las y los María Teresa de Calcuta dar “sin esperar nada a cambio” porque ese es el discurso mental con el que la cultura judeo-cristiana nos ha adoctrinado. La santificación que cincela la imagen de “buena persona” justifica tal despilfarro energético. No digo que el hecho de dar no llene nuestros corazones de satisfacción y júbilo, pero por experiencia y proyección propia, desde la inconsciencia de este mecanismo de defensa, es más para preservar una autoimagen de bueno/a que por el gozo y disfrute del compartir real. 

Como dicho anteriormente, la educación judeo cristiana nos ha adiestrado con el introyecto de que el “dar” es de buena persona, primero debemos atender a los demás y luego a uno mismo de lo contrario seremos tachados de egoístas. 

La negligencia de los propios límites, la negación de un equilibrio sano entre las partes, la represión de lo que uno siente han provocado relaciones desequilibradas, rencor, traición, odio, injusticia proyectados hacia afuera o bien hacia dentro como ocurre con la retroflexión, siguiente mecanismo de defensa. 

Aprender a saber lo que uno necesita y aprender a pedir es fundamental para cultivar una relación consciente con uno mismo y por ende con los demás.

La retroflexión, es el mecanismo dirigido hacia adentro cuyo objetivo es la preservación de la autoimagen evitando la acción o la expresión de emociones consideradas inaceptables

En la retroflexión se vuelca hacia uno mismo la acción o emoción que se debería dirigir al exterior. No es lo mismo que la proyección puesto que culpamo a otro, pero no atreviéndome a expresar el enfado, para evitar el enfrentamiento directo, me como esas emociones y las aplaco en mi propio cuerpo. Me hago a mí misma lo que en realidad querría hacer a otros, o vuelco la energía emocional interna hacia el propio cuerpo y mente.
En lugar de expresar el enfado, me autocastigo, me culpo, me autolesiono y desarrollo síntomas físicos como consecuencia de esa energía emocional reprimida.  

Puede ser incluso que queriendo preservar la imagen de buena persona, de buena amiga, etc, aguante carros y carretas, porque el concepto de “buena persona” implica la fantasía de ser el vertedero de otros.

El hecho de no saber confrontar y ponerse límites a uno mismo sobre lo que uno está dispuesto a tolerar y hasta qué punto, puede llegar a incurrir en un abandono de la situación de las personas. Puesto que no sé decir “basta”, evito la confrontación evadiendo la situación o las personas que me provocan incomodidad. Cuando estoy agobiada me voy sin decir nada, sin expresarme, sin cerrar el ciclo y dejando abierto aquello que inicié. Abandono, huyo y castigo por no saber enfrentar la incomodidad.


3. DEFLEXIÓN – FIJACIÓN

La deflexión es el mecanismo de defensa por el cual evito el contacto auténtico y la comunicación directa conmigo misma y con los demás interrumpiendo la conexión con lo que siento mediante el humor, cambiando de tema y suplantando la gravedad por una pretendida ligereza (caca de pollo, toro o elefante, acercadeísmos y demás artimañas)  o zanjando asuntos profundos minimizándolos

Esta manera de proceder es utilizada para eludir un encuentro auténtico y profundo con lo que realmente está ocurriendo dentro de mí y se manifiesta como una tendencia a dispersarme y, así, evitar lo que me resulta conflictivo, doloroso o insoportable. 

Puedo utilizar la máscara de la sonrisa o de la risa cuando lo que estoy sintiendo es dolor, tristeza, humillación, etc. A veces, la deflexión toma la forma de verborrea incesante cuyo objetivo es interrumpir el silencio y el florecimiento de aquello que pide ser atendido. Evitar el contacto visual es otro procedimiento que muestra la huída de aquello que resulta vergonzoso, pavoroso, humillante, etc.

Esta desconexión puede dar lugar a una sensación de vacío pues no se está expresando aquello que realmente hay. La conexión no es genuina y auténtica porque está siendo evitada la profundidad de lo que subyace en el fondo de uno mismo. 

La fijación es un estancamiento en una etapa del desarrollo infantil donde la energía psíquica queda apresada y sujeta a un objeto o experiencia cuando el niño experimenta un bloqueo insuperable. Cuando la ansiedad, la frustración, el miedo son tan fuertes que el niño no puede sostenerlos y queda atrapado en esa etapa de la infancia impidiendo la madurez psicológica en el área que ha provocado el bloqueo y dando lugar a recurrir a un objeto o comportamiento infantil cuando los niveles de estrés, miedo, ansiedad o frustración suben de volumen.

Suelen ser ansiolíticos de recurso común el alcohol, la comida, el tabaco aunque también puede recurrirse a otros comportamientos que alivien la ansiedad.

En mi caso (y acabo de comprenderlo) desarrollé una fijación con rascar los tejidos siendo mi predilección las sábanas de algodón. Siento un alivio de la tensión y ansiedad inmediato. Esta es una fijación infantil que no sé dónde ni cómo se generó pero que, todavía a día de hoy existe en mi comportamiento. Especialmente por la noche, al meterme en la cama.

Es un patrón repetitivo que se reproduce a lo largo de la vida como una forma de dar salida a la ansiedad y que, sin lugar a dudas, es un comportamiento inmaduro que cursa(ba) de forma completamente inconsciente hasta este momento. 

4. CONFLUENCIA – EGOTISMO O AISLAMIENTO

En la confluencia volvemos a encontrar un problema de límites entre uno mismo y el entorno. Las lindes propias se desdibujan provocando una confusión con el otro así como la pérdida de la propia identidad, la desconexión de las necesidades y emociones propias, etc. 

Esta estrategia evita el contacto con los propios sentimientos u opiniones en aras de esquivar la confrontación.

El perderse en el entorno por haber perdido el anclaje a uno mismo conlleva una confusión a todos los niveles. No sé lo que necesito, pierdo de vista mis sensaciones corporales, me fusiono con el otro y no sé si lo que siento es mío o del prójimo. La pérdida de uno mismo genera miedo para tomar decisiones puesto que la brújula interna está enfocada hacia afuera tratando de complacer al resto. 

Todo ello desemboca en una dependencia del exterior, una sensación de carencia interior, falta de autenticidad llegando al punto de sentir que uno no existe por sí mismo sino a través de los demás.

El extremo opuesto a la confrontación es el aislamiento físico o psíquico. El aislamiento físico es más evidente puesto que consiste en una separación física cuyo potencial de abandono y agresividad pasiva es de tamaña consideración. Cuando uno no sabe confrontar situaciones y expresar las propias necesidades o la sensación de invasión, entonces huye de la situación o de la persona que le está generando la incomodidad. 

Es una arremetida violenta contra el otro y en contra de uno mismo puesto que el aislamiento físico conlleva implícitamente el aislamiento psíquico.   

Este último disocia, para asegurar la supervivencia ante un trauma insuperable, un hecho de la emoción generada a través del mismo. Se mantiene el contenido cognitivo de lo ocurrido negando o reprimiendo el contenido emocional. No hay afectividad y, por lo tanto, no hay manera de empatizar con el prójimo. Es una defensa típica de la neurosis obsesiva que permite a la persona procesar una idea o recuerdo intolerante o traumático sin sentir dolor o angustia. 

Un ejemplo es describir un suceso trágico de manera fría y distante, separando los hechos de las emociones, todo queda procesado a nivel mental y cognitivo y el cuerpo emocional queda olvidado o negado. El resultado puede acarrear enfermedades psicosomáticas al cabo de los años por el hecho de no haber expresado las emociones asociadas a la tragedia.

¿Cuándo y cómo aparecen en ti estos mecanismos?
Anótalos y verás cómo los patrones van aflorando.