La búsqueda de pareja (1): El vínculo afectivo como el porqué de la necesidad.

«Cuando, a través del entendimiento, nos damos cuenta de que lo que buscamos nunca se puede encontrar en un objeto, sustancia, actividad, relación o estado, nuestro deseo pierde su dirección, fluye de vuelta a su fuente y se revela como el amor que estábamos buscando»
– Ruperto Spira –

¿Se puede sentir plenitud y ser feliz sin tener pareja?

¿Tener o no tener? Esta es la cuestión. Cuando no se tiene, se quiere, cuando se tiene no se quiere. Las ganas son como el perro del hortelano. Cuando uno se da cuenta de lo bien que vive sin dar explicaciones y sin ser perturbado por nadie, se plantea la necesidad de tener o de volver a intentar la compañía ajena. Se está muy bien espachurrado en el sofá, sin horarios, comiendo lo que apetece, sin planes de fin de semana y sencillamente hacer lo que nos salga de… ahí.

Aun así, pulsa algo de fondo, «falta algo», que lleva a querer la compañía de otro ser humano, porque no, un animal no nos ofrece lo mismo a pesar de que colma la necesidad inmediata de vinculación. Algunos solitarios terminan diciendo «estamos mejor solos» y, con el tiempo, nos damos cuenta de que en realidad es una resignación basada en la creencia limitante de que «no nos va a ir bien en el amor porque así ha sido desde el principio». También persiste cierto orgullo de solitario adolescente que pugna desde el piquito de oro en «contra del mundo de los apegos».

Mi caso formaba parte de este grupo, pero en realidad era una puesta en escena, una mentira que me conté a mí misma y que terminé creyendo para protegerme, supongo o para no aceptar la necesidad no cubierta. Cada nuevo llegado era una oportunidad de… ¿de qué? Voy a ver de qué se trata realmente porque a pesar de estar mejor que bien, ¿Qué es eso de que dice «sí, quiero» aunque tengas la vida soñada?

La pulsión viene de:

  1. NECESIDAD DE VINCULACIÓN EMOCIONAL:

    Está demostrado que el ser humano necesita de vínculación emocional para asegurar su supervivencia. El bebé necesita de la madre y de ahí nace el sistema de apego ya descrito por Bowlby, un psicoanalista inglés notable por su interés en el desarrollo infantil y sus pioneros trabajos sobre la teoría del apego. Posteriores investigadores como Marie Ainsworth, se interesaron más por indagar en los tipos de apego habiendo observado que las respuestas adultas a las relaciones podían ser catalogadas en cuatro grandes bloques. (Los 4 tipos de apegos y sus consecuencias a la hora de relacionarse

    El ser humano solo no puede sobrevivir solo y, por ello, desarrollamos una vinculación emocional ancestral y una cierta dependencia de la manada.

    No estamos programados para tener pareja, sí lo estamos, sin embargo, para procrear y que dicho vínculo se mantenga por un tiempo. Sí estamos programados para estar vinculados emocionalmente, siempre y cuando seamos seres humanos normales. No entran en esta categoría los trastornos de la personalidad. ¿A qué responde entonces esta necesidad de tener pareja? Sobre todo la NECESIDAD que muchos sentimos ya sea por dependencia emocional derivada de un sistema de apego inseguro ambivalente.

    Necesitamos un vínculo que nos proporcione esa seguridad. NO FORZOSAMENTE UNA PAREJA , SINO UN VÍNCULO. No tiene que ser una pareja, forzosamente. ¿Cuántas veces no me he sorprendido deseando una amistad del alma con quien compartir algo profundo y desde una honestidad absoluta? No es tanto la atracción, la pasión, pero sí lo es la necesidad de intimidad. Y le ponemos la etiqueta de «pareja» porque sería lo ideal y lo único que conocemos más cercano a lo deseado.

    El vínculo de apego busca que me den seguridad desde fuera. Si buscamos que nos den seguridad o amor desde fuera, lo hacemos desde la carencia y, por lo tanto, cargamos a la relación de una responsabilidad equivocada. Nos equivocamos al proyectar la seguridad en el vínculo de pareja y atraeremos perfiles que nos abandonarán sintiéndonos traicionados. Buscamos colmar aquello de lo que carecemos por ley de compensación y nos enfocamos en esta necesidad no satisfecha desde uno mismo. Así se vive la pareja desde la carencia y no desde la abundancia: Los 3 pasos de la Ley de la Atracción: Ley de Correspondencia. Inconsciencia, carencia y abundancia.

    En el caso contrario, cuando no hay una buena vinculación, es decir, a pesar de tener pareja no encontramos la vinculación deseada, se opera el caso contrario y la pareja se transforma en fuente de todos los males: sentimos ansiedad y chirrían todos los goznes. En este caso el tener pareja NO proporciona el bienestar.

    ¿Dónde está realmente el «problema»?
    La cuestión no es tener o no tener, sino que necesitamos a alguien que nos dé seguridad y ese vínculo profundo e íntimo. Por lo tanto, en este primer punto se demuestra que la pareja es la materialización de una necesidad ancestral: la vinculación afectiva.

    ¿Podemos encontrar esa conexión que necesitamos todos, en otras figuras que no sean las de la pareja?
    Definitivamente sí. Podemos encontrar en amistades, familiares este anhelado vínculo de seguridad. Pueden haber muchas personas y no solo una. Este es otro de los errores cometidos y del cual ya nos previenen las reglas más básicas de la inversión «no poner todos los huevos en el mismo cesto», la diversidad en la cartera de acciones, poner muchas patas a la mesa, o la metáfora que se desee.

    Si tienes los vínculos emocionales cubiertos, la pareja y la necesidad de vinculación deja de ser una necesidad. Tendemos, no obstante, a pensar que una vinculación de pareja nos proporciona un vínculo más seguro, más estable, profundo y presente.

    La vinculación es la manera de expresar nuestras emociones y es necesaria porque la emoción es la base del humano y de la vida interior. Poder expresarlas, nos hace sentirnos vivos, humanos y conectados. Es condición sine qua non para la vida. El que está desconectado sufre y el que no sufre estando desconectado tiene un trastorno de la personalidad. No lo digo yo, lo dice la ciencia.

    Necesitamos sentir emociones y expresarlas de forma íntima e intensa. La pareja proporciona el espacio para hacerlo, siempre y cuando los dos integrantes conciban la pareja del mismo modo, sino, como ocurre en muchas ocasiones, estaremos ante una pareja fallida.

    Los que no tenemos vínculos profundos, escribimos y los que estamos aislados, somos carne de cañón para las relaciones de mierda porque somos mendigos. Cuando hay hambre afectiva nos aferramos a cualquier persona sin importar cómo nos trate. Pasamos por alto cualquier falta de respeto justificando lo injustificable. No esperamos reciprocidad en la relación, siempre se estará dando el primer paso en todo. Te lleva a desarrollar una necesidad extrema por la otra persona. Cero asertividad por miedo al abandono y a la soledad. Te conformas con cualquier sobra sentimental.

    Continuará con:
    2. La necesidad como ideal romántico
    3. La necesidad por el sexo

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