“Cuando alguien que de verdad necesita algo, lo encuentra, no es la casualidad quien lo procura, sino él mismo. Su propio deseo y su propia necesidad le conducen a ello”.
– Hermann Hesse –
Vengo con un artículo que trata de echar una mano a los que batallan con ese dolor profundamente anclado en las tripas, sensación de desamparo, pérdida constante, no saber qué hacer, hacia dónde ir, corrosión por la duda, bloqueo mental, escisión entre la mente y el corazón. Hoy nada de prosa, incluso diría que me repito como el ajo pero es necesaria la repetición para que la cabeza se quede con la copla.
Con el tiempo, a través de las experiencias de otros, he ido observando que en realidad existen 2 heridas básicas que estructuran los tipos de apegos, estas son ABANDONO o RECHAZO. Dejo un link para los 4 tipos de apego de los que ya hablé porque son la madre del cordero de toda la mierda que sentimos (Los 4 tipos de apegos y sus consecuencias a la hora de relacionarse: ¿Hay que despegarse o pegarse? Pecamos de muchas pegas.)
Las heridas son vivencias del niño cuando apenas tiene la capacidad de hablar por lo tanto quedan ancladas en el cuerpo y la memoria del cuerpo no conoce el tiempo, no es como el cerebro que tiene conciencia cronológica. La herida de la infancia queda en nuestra memoria emocional y aunque se haya demostrado que los tres cerebros (reptiliano, límbico y ) no existen sí que hay una memoria emocional, una suerte de registro akáshico, donde queda grabado el dolor.
El dolor que siente queda anclado en el cuerpo porque no entiende de tiempo. Ahí queda y cada vez que en nuestras relaciones revivimos ese dolor, la herida está pulsando para que nos ocupemos de ella. Está pidiendo una solución ya que de pequeños no tuvimos los recursos para solucionarla, para darnos aquello que necesitábamos. Cada dolor, cada puñalada, es una llamada de atención para detenerse y observarla desde cerca y, así, curarla.
Esa herida será despertada a lo largo de la vida por diferentes experiencias y personas que nos recuerden aquello que (no) pasó en la infancia. Si no tomamos conciencia de esta herida, lo cual resulta complicado porque está enterrada bajo capas y capas de ego que, a través de los años, hemos ido añadiendo para evitar sentirla, cada vez nos iremos volviendo más sensibles. El ego con el tiempo se fortalece en vez de diluirse. Me gusta hacer la analogía entre la herida del alma y los agujeros negros en el corazón de las galaxias. Las heridas provocan el movimiento de todo el sistema igual que los agujeros negros lo hacen de la galaxia.
Existen otras 3 heridas más que son las derivadas de las dos anteriores: TRAICIÓN, INJUSTICIA y HUMILLACIÓN, pero hoy vamos a centrarnos en las dos básicas:
La HERIDA DEL RECHAZO provoca un apego ansioso evitativo. En esta herida se interpreta que el amor nos ha hecho daño y tratamos de protegernos de ese daño evitando el amor.
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La HERIDA DEL ABANDONO provoca un apego ansioso ambivalente. El abandono provoca una FALTA, una pérdida del amor sin el cual sentimos que no podemos vivir. De fondo pulsa la fobia a la soledad y para paliar ese miedo el abandonado esté dispuesto a aceptar lo inaceptable, tolerar desprecios, faltas de respeto, aceptar situaciones inadmisibles con tal de mantener el vínculo de la pareja y no volver a sentir ese abandono. La dependencia emocional encuentra su origen en esta herida.
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La combinación de ambas heridas provoca un apego ansioso desorganizado.
La herida de la traición: Apego desorganizado. Dime cómo es tu cuerpo y te diré qué herida tienes.
Las heridas no son la realidad sino la percepción de la realidad desde la mente de un niño que apenas tiene recursos para hablar. La interpretación de los hechos guarda una estrecha relación con la tendencia del eneatipo que se tenga, porque no nacemos como tabulas rasas, sino que hay unas tendencias genéticas que determinarán el grupo al que perteneceremos:
mentales (5, 6, 7),
viscerales (1, 8, 9)
emocionales (2, 3, 4)
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¿CÓMO SANAR LA HERIDA?
Lo primero es la toma de conciencia y comprender por qué hacemos todo lo que hacemos.
Lo segundo es reconocer el dolor y revivirlo con el cuerpo. Para ello es necesaria la meditación que se enfoque sobre las emociones que se despiertan o que están presentes. Sin juicio, acercarse al dolor, acogerlo, cuidar de él, acompañarlo y permitir que ocurra. Tratar de evitarlo no ayuda, sino al contrario, acrecienta la sensación de puñalada. Huir de él, esconderlo bajo el felpudo egoico, solo hará que añadamos una capa de ego hasta la siguiente vez que alguien lo despierte.
Como tercer y último punto, diría que una vez se tiene conciencia de la herida, hay que aprender a relacionarse desde la misma y saber escoger a las personas que nos convienen y mantener a distancia aquellos que son susceptibles de provocarnos más dolor. No significa que no podamos relacionarnos con todo el mundo, sino que dejar entrar en nuestras vidas a personas que vibren de la misma manera que nosotros y no de forma contraria. Hasta que no hay toma de conciencia, el cuerpo llama a aquellos que nos van a herir, que nos despiertan la dependencia precisamente para que podamos darnos cuenta de la misma.
A medida que pasan los años, las facturas y fracturas se hacen más grandes, más penosas e insostenibles. Estar en deuda con uno mismo es cosa mala porque si no sabemos estar con nuestra soledad, no sabremos estar con nadie más.
Dejo un vídeo que lo explica mucho mejor aunque de manera un tanto desorganizada. Este artículo no es más que una introducción al tema, espero que haya servido. El experto habla mejor.
Buenísimo artículo y muy bien explicado. Me reconozco claramente en la combinación de ambas heridas y te agradezco todo el material que compartes para arrojar algo de luz sobre tanta complejidad.
Es cierto que tengo muchas piezas que me llevarán a entenderme mejor y, sobre todo, a sanar, pero ahora toca ensamblar el puzle y buscar las piezas que falten para completarlo. Por supuesto que voy a empezar a indagar más en el eneagrama, como bien dices es una herramienta que va a ayudarme mucho a entenderme y desaprender ciertos comportamientos y creencias tóxicas.
Un placer leerte, como siempre. Un abrazo enorme, preciosa. 🥰🤗
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Muchas gracias Tania, ya sabes por qué he escrito este artículo. Compartir la propia experiencia es sanador para uno mismo y para aquellos que se sienten identificados. Primero porque uno se fortifica y se reafirma y porque «ayudando» uno se ayuda también a sí mismo. Todo son beneficios. Espero que con esto puedas por lo menos iluminar una pequeña parte del camino y no andes tan a tientas y las cucarachas se te acerquen tanto. Un abrazo grande, grande, grande!
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No podría estar más de acuerdo, compartir es sanar y crecer juntos. Quizá uno de los aspectos más bonitos de ese compartir es sentirte acompañado en el camino del autodescubriento y saber que no solo tú estás (con perdón de la expresión) llena de mierda hasta las cejas.
Con esta entrada y las anteriores, estoy segura de que mi camino (e intuyo que el de muchos otros) tendrá mucha más luz.
Otro abrazo enorme para ti. 🥰
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De nuevo coincido con Tania (como no;)) Buenísimo y muy muy clasificador a cosas que nos pasan y no encontramos la explicación. Voy guardando toda la información, sobre artículos anexos y demás, para verlo y analizarlo poco a poco con cuidado.
Gracias por las respuestas a mil preguntas que ni siquiera sabía que existían.
Un abrazo muy fuerte
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Moly, gracias a ti por leer y comentar y leer y comentar y… ja ja ja! Me encanta. Algo bueno que se saca de las desventuras es que aprendes a reconocer a la gente buena que, aunque esté perdida, no jode a nadie. Tania y tú sois dos grandes tesoros. Un abrazo.
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